Giorgio vivía con su madre, tenía
amigos confidentes como su amigo Francesco y jamás pensaba en casarse.
Una
noche, se encontró con sus amigos en una reunión familiar y cansado
se acostó en la poltrona.
De
repente, una bella joven con alas frondosas volaba en los alrededores. Una
piedra lanzada de una escopeta regresaba del cielo en dirección a la tierra
directamente a Max. Un joven conocido de la infancia que salía de la casa
del cazador y había encontrado a la joven y la confundió con a
Ave María, cuando la vio con sus enormes alas volando en
dirección a él.
Después
de saludarle y reconocerla, ella le pide un abrazo porque estaba helada y con
frio y después del abrazo caluroso, batió las enormes alas e hizo despertar los
ojos de su conocido, que salía del refugio de los cazadores.
Del
suelo subió sin detenerse, lanzado por la gélida penumbra de la bruma. En
la zona superior exploró largamente el dulce sol otoñal y regresó a la densa y
humeante capa de nieve que cubría los campos. La prudencia fue descuidada de su
beatífico delirio de vuelos y misiones sobrehumanas.
Asustadas
las aves huían y la joven parecía deshacer las vueltas dadas a sí misma,
rozando en las copas de los árboles en dirección a las tierras de su
marido, donde el tráfico parado por la inclemencia del mal tiempo y
cenicienta tarde, no permitía que las personas la vieran volar.
Flot,
flot, se oyó el suave aleteo en el aire, y la trémula luz de la luna pudo
percibir el momento preciso de la llegada de la joven al patio, donde había
dejado su abrigo al pie del árbol y la puso, mirando al derredor y
asegurándose que nadie pudiera verla regresar.
Su
experimento nocturno ha pasado y la madre de Giorgio y Giorgio, que
testimoniaran su llegada; la llevaron a la casa, donde tenía una férrea
disciplina impuesta por su marido.
La
joven ahora vive en una casita aparte con su esposo, el cual aterrorizado ante
la idea de tener a la joven expuesta a la vecindad, publicidad,
curiosidad de la multitud e investigadores. La mantuvo encerrada y sus alas con
dimensiones adultas, fueron poco a poco perdiendo su función, por no volar con
constancia.
Las
protuberancias plumosas fueron reduciéndose en crecimiento a una velocidad que
sólo se había observado en especies del reino vegetal. Lucina, miraba el
espejo y veía la reducción constante de sus alas de forma espantosa.
Giorgio
que amaba abrazar a Lucina en las noches, seguía palpando con las dos manos su
espada y observaba los cambios en la espada de su amada hasta que una bella
noche no resistió la tentación de preguntarle
-¿Luciana,
dónde están sus alas?-
-¿Ha
buscado brujerías?-
Giorgio
con sus lupas todavía buscó en la espada de su esposa las excrecencias,
para certificar que no había absolutamente más nada y Lucina espantada le
preguntó a su esposo.
¿Estás
loco? -¿o qué buscas con esa lupa?- Vamos a dormir, estoy cansada mi amor.
Basada en el cuento "La
mujer con alas" de Dino Buzzati
Seminario – El laberinto de la
imaginación
Dra. Ethel Krauze -Marli Camargo
‘La mujer con alas’ por Dino
Buzzati - Deconstrucción del cuento