La reunión


- Claro mi corazón - dijo la Sra. Flores a su hija que insistentemente le invitaba a jugar con sus muñecas en su recámara. A esa sonrisa que abre jamás puedo negarle jugar en su compañía, aunque hoy estoy en la hora de muerte con tantas tareas domésticas para hacer, pero obvio, no voy negarle ese pedido.

Siéntate aquí, imploraba la niña, que con sus cinco años ya tenía un extenso vocabulario, y sí, exigía muchísimo de quien estaba a su alrededor.

La caja de muñecas estaba tan desordenada como mis pensamientos. Juana con sus cinco años no entendía todavía lo que era prepararse para recibir invitados en la casa. Sin ningún tipo de ayuda externa necesitaba acelerar ese juego de muñecas y empezar a arreglar la casa que ya hacía una semana que no recibía un tratamiento adecuado; las manitas de los niños en las paredes blancas, los cuartos con el desorden fatal de todos los días. Eres la mejor, una verdadera reina. - ¿Me ayudas a vestir a las princesas de ese castillo? - - ¿Mamá te gusta ese vestido? -. - Se ve espectacular hija -. Para la noche me pondré el clásico tubo negro con tacones y las perolas, estará bien para recibir a los invitados,… invitados que son compañeros de trabajo del Sr. Flores. Checar que las copas si están transparentes, sin manchas, con un trapito yo me encargo de este trabajo. La reina está ocupada con la princesa Juana, Sr. Flores limpiaba las copas.
Estoy casi terminando. El olor del pino invade la casa. - ¿Falta mucho? – pregunta el Sr. Flores. - Sí mi amor, ¿me puedes ayudar con los baños? Saca la basura por favor -. La peor parte parece siempre quedar para mí. La reina juega con la princesa y yo aquí cuido de las copas y ahora del baño.

Las reinas no limpian baños, pensaba Juana, mientras vestía sus muñecas, ponía sus zapatos y seguía hablando con su mamá.

Hija, la reina necesita arreglarse para recibir a los invitados que están por llegar. Estoy como sirvienta, ¡mírame!

Son agradables los invitados, al jefe lo conocí en otra reunión, ahora viene con su esposa y un compañero de trabajo. Elegante y con su acento italiano dispara las miradas de las mujeres.

No tenemos hielo. Los porta hielo están vacíos, ¿será que ella no recuerda poner agua en los porta hielo cuando los utiliza? Como no toma whisky, nunca se da cuenta de la importancia del hielo. El ruido del congelador me lleva a recordar que los porta hielo están vacíos, luego viene la pregunta. - ¿No tenemos hielo? -.

¿Hielo?, ¿para qué con este frío?

La puerta se abre, el abrazo de bienvenida, las flores, chocolate, pan y vino. ¡Qué lindos!

El olor del bacalao ya invadió la casa. Mamá ya no jugará más hoy conmigo de princesa, ya es la reina de la casa, su perfume huele rico, el olor del pescado no me gusta mucho. Casi no ha hablado con papá hoy, mañana tal vez, estará menos ocupado si no decide salir a jugar golf con sus amigos. Pizza princesas, comeremos pizza hoy.

El aire helado entra por la puerta y se mezcla con el olor rico. - ¡Como siempre, divina! – comenta el Sr. Rodríguez, su esposa me mira de la cabeza a los pies, mal sabe ella como eses me duelen. Su perfume francés impregnado en su ‘scarf’, revela un gusto refinado.

- ¡Mucho gusto, entren por favor, qué bueno que lograron venir! – El Sr. Flores amablemente les invita a sentarse y acomodarse - un ¿drink?, ¿agua?, ¿jugo?, ¿qué les gustaría? - La señora poco a poco se siente más cómoda y confortable entre nosotras. Agradezco nuevamente por las flores y ellas serán la razón para desarrollar una larga conversación que duró toda la noche, regada al vino, whisky y un buen pescado.

¡Está rico! agradecidos con la hospitalidad están la Sra. y el Sr. Rodríguez. Creo que logre un buen networking. Una noche más desvelada la reina. Qué rico cocinas Sra. Flores, tienes una mirada y una conversación que seguro me harán regresar a verla.


Seminario Literatura- Narration limite- con Dra. Krauze (estilo Virginia Woolf- Prioridad punto de vista ) CIDHEM- 02//2016












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