ABC



Estoy preparando mi clase de inglés para los niños que entrarán en la escuela el próximo ciclo, por falta de recursos de la escuela, terminé pintando puertas, ventanas y todo lo que me parecía que estaba sucio o viejo para dar más claridad y luz a aquél espacio.

El uso de la tinta y del aguarrás parecía estar causando algunos de sus efectos, por un instante vi mis macetas con flores que estaban enfrente de las ventilas en la ventana casi morir, las miré y ellas a mí, paré con la pintura y fui al baño con el regador para plantas a llenarlo de agua para dárselas.
La sorpresa vino cuando miré al baño y la luz estaba prendida ¿Cómo podía estar así, si solamente yo lo usaba y no acostumbraba dejarla así nunca? Intenté abrir la puerta pero no lo lograba. Un ruido vino de los juegos infantiles que estaban en el salón. El juego de alfabeto que suenan en español e inglés y que enseñaba a los niños la fonética empieza a sonar. Debe de estar alguien más en el salón, pensé y me fui al salón con el regador para ver lo que sucedía.
Al llegar en el salón, el juego alfabético empieza a hablar conmigo, las letras salen de la caja y y me dice:
“Estoy aquí, solo en mi casa, mis papás se fueron a trabajar, mis hermanos grandes salieron y aquí sigo.
No hay alimento saludable en el refrigerador, la comida ya está allá semanas y ya no puedo comer lo mismo.
Tengo la esperanza de comer algo saludable, los principales alimentos, pero nada de eso es posible. Utopía, discurso para pocos, esa no es mi realidad.”
Me quedé aterrorizada, tomé en mis manos el juego y intenté desconectarlo. Estaba teniendo alucinaciones con ese olor de tintura.
Voy a abrir las ventanas para respirar mejor. Cuando miré a las macetas no había más plantas y la tierra estaba seca, completamente seca, parecía que las margaridas nunca estuvieron allí.
Abrí las viejas ventanas rápidamente y oí un sonido que venía de la puerta de la directora de la escuela. Ella no debería estar allá en este momento, pero de la nada apareció en mi salón.
Me dijo:
‘Uno más, reportarán que en la escuela vecina un niño más sufrió bulling por sus amiguitos y ahora está internado porque intentó suicidarse.’
El mensaje llegó como un golpe, ¿qué haremos?
Con todas las normas, políticas escolares y puniciones eso no termina y parece cada vez peor.
Miré al jardín, la mitad del pasto se estaba secando. La vida se estaba evaporando, el verde ya se estaba tornando amarillo, un amarillo triste, color de enfermedad, color que parecía invadir toda la atmósfera.
El sonido del juego ABC en español e inglés tocó nuevamente y la misma voz se manifestó por medio de las letras y logró decirme de forma pausada.
ABC
Sigo solo en la casa, mis papás no llegaran, mis hermanos tampoco, no hay nadie a quien pueda recurrir y pedir ayuda, hay vecinos que están discutiendo y el ruido está más próximo de mí.
Creía en una infancia diferente, había gente que decía que tenía que disfrutar que pasaba todo muy rápido, no tengo ganas de nada, siempre estoy solo, no tengo juguetes, ni amigos y me la paso encerrado en este cuarto oscuro.
A mis papás no les importa si están conmigo, creo que me voy a morir.
El sonido del teléfono interno tocó, corrí para alcanzarlo. Una voz de la secretaría mecánica informaba:
En la carretera del Sol fue encontrado un niño perdido, traía marcas por todo el cuerpo de quemaduras y violencia, fue llevado para el hospital y será transferido posteriormente a la casa de los menores… Solicitamos identificarlo.
Ya no podía me concentrar, pensé en prender mi ipad y poner algo de música para olvidarme de todo aquello y seguir con mi trabajo.
Busqué entre tantos objetos debajo de la mesa y lo encontré, encontré también algunas fotos de mis alumnos del semestre pasado. Los extrañaba, eran mi vida, desde que logré la licenciatura en educación me he dedicado a eso, Fernando, María, Patricia, José, Juan, Jimena, sus caritas me traían tantos recuerdos, en breve estaríamos juntos. Me ponía ansiosa también con las nuevas inscripciones, habrían niños especiales, unos tímidos, otros traviesos, otros con diferentes rasgos, y carácter que me permitía repensar todo el aprendizaje que obtuve y recrear nuevas alternativas para atender a todos. De modo que lograran el aprendizaje, muchas veces era una tarea difícil ¡Paciencia! Es todo lo que necesitaba.
Prendí la música de mi ipad, y en seguida de la letra de la música surgía una canción inesperada. El ritmo era lo mismo pero la letra no. En voz de niño la canción con ritmo infantil decía:
Sea mi voz.
Se supone que seríamos el cambio para este mundo, más nos olvidarán.
Olvidarán en las calles, en los rincones de las grandes ciudades.
Pasamos días infinitos echados a perder como basura.
Eventualmente hay ángeles que nos visitan, socorren con un vaso de leche, pan y alimento, pero se van y tardan en regresar.
Sea mi voz.
Quiero vivir para siempre, la vida eterna del que un día me hablaron, pero nuestro dolor ha sido eternamente profundo, padecemos de todo.
Sea mi voz.
En mi salón ABC, todas las flores murieron, las fotos también se iban apagando, quedando amarillas, sin vida, ya no podría vivir más así. Cerré la puerta del salón y me fui a caminar sin rumbo, buscando ventanas abiertas, pastos verdes, flores en el camino, cantos infantiles y encontré muros altos, protecciones como prisiones, niños encerrados en sus casas y un clima de miedo en las calles por donde andaba.
¿Por dónde me voy? Ya no lo sé, me refugiaré en la cruz y me quedaré  a la espera de un milagro, tal vez...

Marli Camargo



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